Se trata del poema 'Recuerda que tú existes tan solo en este libro', que se incluye en su obra Diario cómplice de 1987. Es un poema perfecto que refleja esa delgada línea que separa la realidad de la ficción, tan propia del género poético y de la literatura, en general.
Por eso he decidido acompañar estos versos de los grabados de todo un genio, como es M. C. Escher. Siempre me han llamado mucho la atención sus dibujos y las múltiples lecturas que se puedan sacar de ellos. Al igual que en sus obras, en este poema nunca se sabe qué fue primero: si las personas de las que se habla o la historia que se cuenta.
RECUERDA
QUE TÚ EXISTES TAN SOLO EN ESTE LIBRO…
Recuerda que tú existes tan solo en este libro,
agradece tu vida a
mis fantasmas
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde,
que, centinela incómodo, el teléfono,
se convierte en un huésped sin noticias,
que hay un rumor vacío de ascensores,
querellándose solos, convocando
mientras suben o bajan, tu nostalgia.
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace,
sabernos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira.
Recuerda que yo existo, porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página.
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde,
que, centinela incómodo, el teléfono,
se convierte en un huésped sin noticias,
que hay un rumor vacío de ascensores,
querellándose solos, convocando
mientras suben o bajan, tu nostalgia.
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace,
sabernos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira.
Recuerda que yo existo, porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página.